La producción de berries, el éxito de la diversificación
La producción de berries, el éxito de la diversificación
En los últimos años, en una provincia en la que la fresa era el cultivo estrella, han despegado otros cultivos como el de la frambuesa, que ha pasado de apenas 910 hectáreas en la campaña 2009/2010 a 2.121 hectáreas en la actual campaña. Más llamativo es el caso del arándano, cultivo del que apenas se tenían registros en 2010 y que hoy día supera las 2.800 hectáreas, aupándose así al segundo cajón en el ranking los frutos rojos. “Hasta hace seis años prácticamente sólo teníamos fresa en aproximadamente 6.000 hectáreas de terreno. Ahora rondamos las 11.000 hectáreas gracias a los nuevos cultivos”, destaca Manuel Piedra, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos en la provincia de Huelva. De esta manera, el agricultor dedicado hasta hace poco “en cuerpo y alma” al cultivo de la fresa, ha comenzado a diversificar su actividad ante las oportunidades que ofrecen estos frutos en auge: “La irrupción de los nuevos berries ha supuesto una nueva forma de vida tanto para la agricultura como para la sociedad onubenses. Ha movilizado mucha producción, una agricultura de dinero… y todo ello gracias a un agricultor dispuesto a adaptarse a las modificaciones que han sido necesarias”, afirma Julio Volante, delegado en Huelva del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Andalucía Occidental (COITAND).
Un claro ejemplo de cómo ha cambiado el sector lo tenemos en Onubafruit, cooperativa de segundo grado que agrupa a las cooperativas Costa de Huelva, Cobella, Cartayfres, SAT Condado y Freslucena, y que se ha convertido en la mayor exportadora de berries de toda Europa: “Hace quince años arándano no había. Nosotros para entonces supimos adaptarnos a la diversificación a la fresa, pasando de facturar un 90% en fresa a convertir el arándano el año pasado en nuestro principal producto. La subida ha sido prácticamente vertical. En frambuesa la curva no ha sido tan pronunciada, se trata de un cultivo muy difícil, de especialistas. No obstante, tratamos de mantener un equilibrio en facturación entre fresa, frambuesa y arándano”, relata Francisco Sánchez, gerente de Onubafruit, que apuesta por el equilibrio por encima de cualquier moda: “La clave es no olvidarse de nada. Ha habido gente que se ha olvidado de la fresa y se ha ido a los arándanos y se lanza a un precipicio… La frambuesa es un producto complicado, con mucha inversión, no es tan fácil apostar por ella. Nosotros mantenemos una estructura similar y creemos que hay futuro para todo”, apunta Sánchez, cuyo grupo cooperativo produce anualmente 40 millones de kilos de fresa, 10 de frambuesa y entre 18 y 20 millones de kilos de arándanos.
¿Qué ha pasado para que se haya producido este cambio en tan poco tiempo? En una sociedad cada vez más preocupada por la salud y los productos saludables, la aparición de estudios que confirman la capacidad antioxidante y anticancerígena de las berries, además de la cantidad de vitaminas que aportan, han hecho que luzcan por primera vez en la cesta de la compra nacional. De igual manera, se ha aprovechado la incesante demanda de los países europeos de estos productos, de los que España es suministrador privilegiado. Y como muestra, un botón. Según los datos de la Dirección General de Aduanas, en 2017 se exportaron 45.809 toneladas de frambuesa, un 21% más que el año anterior, por un valor de 346 millones de euros (+12,3% con respecto a 2016) mientras que el arándano vio cómo sus exportaciones crecieron más de un 27% en 2017 con 46.510 toneladas por un valor de 274,7 millones de euros (un 5,5% más que en 2016). Y todo ello principalmente a Reino Unido, Francia y Alemania. “El auge también ha venido gracias a la necesidad de las grandes superficies. Que un mismo proveedor pueda suministrar toda la gama de berries a los supermercados es una ventaja. Tenemos socios que ofrecen toda la gama de frutos rojos. Hacia eso va el mercado”, comenta Rafael Domínguez, gerente de la Asociación de Productores y Exportadores de Fresas de la provincia de Huelva (Freshuelva), cuyas empresas representan en torno al 95% de la producción del sector.
Uno de los principales cambios que estos cultivos han traído a Huelva tienen que ver con el número de jornales. Y es que hasta hace poco las campañas apenas duraban cinco meses: “Antes fresa y frambuesa compartían calendario. Con el paso de los años, los avances técnicos han facilitado que la frambuesa pueda tener dos cosechas: la de otoño y la de primavera. En la de otoño se recoge fruto desde septiembre hasta diciembre y en la segunda durante los meses de abril, mayo y junio. Todo ello ha ayudado a que haya empresas que puedan contratar trabajadores a lo largo de nueve meses al año, tanto en la explotación como en la central hortofrutícola”, recalca Rafael Domínguez. “La fresa ha sido el cultivo ‘madre’ y, a partir de ahí, hemos ido adaptándolo a distintos cultivos. La infraestructura fundamental de forzado, como es el macro túnel, se ha adaptado al resto de berries. Sobre todo, en frambuesa hay opciones de variedades remontantes, no remontantes, variedades de mayo a agosto.
Por otro lado, no hay que olvidar que se trata de cultivos muy tecnificados, en los que cada vez son más comunes los sensores de humedad que miden las necesidades de la planta al “milímetro cúbico”. Cultivos, a su vez, desarrollados de la mano de un asesor que ha sabido forzarlos para que produzcan fuera de época, adaptándolos a los huecos de mercado existentes a nivel global y a momentos de un mayor apremio económico. Un asesor vigilante en todo momento de una presión comercial que demanda LMRs muy por debajo de lo que exige la normativa: “Incluso hay comercios en los que, cuando aparecen trazas de tres materias activas distintas, aunque estén por debajo de los umbrales legales, te echan atrás el producto”, confirman especialistas.
Todas estas exigencias obligan al agricultor a estar en permanente aprendizaje y no siempre tienen reflejo en lo que los productores perciben por su producto. Y es que una de las reivindicaciones recurrentes, también en berries, es el diferencial entre lo que percibe el agricultor y lo que paga el consumidor en la caja de los supermercados. “Se trata de un producto exquisito y el consumidor lo paga bien. Ahora bien, el diferencial que paga no se repercute en los agricultores que no recibimos ese beneficio.Todas estas exigencias obligan al agricultor a estar en permanente aprendizaje y no siempre tienen reflejo en lo que los productores perciben por su producto. Y es que una de las reivindicaciones recurrentes, también en berries, es el diferencial entre lo que percibe el agricultor y lo que paga el consumidor en la caja de los supermercados. “Se trata de un producto exquisito y el consumidor lo paga bien. Ahora bien, el diferencial que paga no se repercute en los agricultores que no recibimos ese beneficio.
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Fuente: Agencias